ALGUNOS COMENTARIOS ALREDEDOR DE PABLO MONTOYA…


Valeria Bonilla Jiménez, Angelo Steven Cruz Franco, Josué Alejandro Enciso Urueña.

Para extender la memoria y batallar con el inevitable olvido que envuelve a toda Colombia, los investigadores, escritores, críticos, profesores y artistas, han propuesto múltiples obras que encarnan los valores, recuerdos y experiencias del país.  

En el presente escrito observamos los postulados del escritor Pablo Montoya Campuzano en algunas de sus obras Los Derrotados y La Sombra de Orión, en las cuales, por medio de la articulación “literatura-historia” traza historias que gozan de la mezcla de una expresión ensoñadora y coloquial, para representar situaciones y eventos reales de la historia patria; se puede señalar La masacre de Bojayá y La operación Orión como algunos de estos eventos.  

El autor sabe que hablar del pasado, resucitar la memoria, significa reabrir las llagas que aún perduran en los ciudadanos; sin embargo, él es consciente que su papel de escritor lo ubica siempre en la búsqueda de la verdad: 

Considero que la literatura sirve para muchas cosas (…) para mí es una posibilidad de referirse a estos asuntos y una tentativa de que la palabra literaria se hunda en esas heridas para cicatrizarlas. Por tal razón, en el complejísimo proceso de paz que le espera a Colombia, es fundamental señalar a los victimarios y nombrar a las víctimas. 

(…) Estoy convencido de que la literatura y el arte tienen una tremenda responsabilidad en asuntos de esta índole. O al menos esa es la literatura que yo intento hacer cuando me enfrento a recrear el país que me ha correspondido (Montoya, 2017, p. 5).

Este arrojo por develar a los culpables transfigura al escritor. Pablo Montoya es un cartógrafo de la verdad, que por medio de las vías de dolor evidencia lo que no puede ser pasado por alto o archivado en documentos inertes, a través de las voces de personajes que van más allá del mundo ficcional; puesto que, son una suerte de alter-ego del autor y también, de personalidades influyentes del contexto colombiano; todo esto, soportado por un lenguaje poético que para él se vuelve clave y permanente en sus escritos por ser el género propicio para dar cuenta de la realidad del sujeto: “(…) el hombre existe en el tiempo, en esa ilusión devastadora, y deja una huella que se desvanece. Y es la poesía, como motor de mi escritura, la que intenta dar cuenta de esa condición” (Montoya, 2017, p. 2).

Y en esta misma línea, la violencia se presenta como un hecho evidente en las obras de Montoya, pues se devela un interés por intentar fotografiar narrativamente acontecimientos caóticos que se tornan en una forma de visibilizar y reconocer las víctimas de la violencia en voces oficiales. El escritor a través del tratamiento otorgado al lenguaje poético, se vale de los recursos literarios de la ficción para recrear las vidas, algunas veces víctimas directas de la violencia o, en ocasiones, personajes que han vivido en estas épocas como testigos aproximados de estas realidades.

Así pues, es como en la novela Los derrotados (2012) observamos a tres personajes (Santiago, Andrés y Pedro) que nos hacen un recorrido directo, en una época reciente de la violencia colombiana, en el contexto del conflicto armado entre frentes del ejército, guerrilleros y paramilitares. Toda esta época nos dibuja un paisajismo de la guerra cruda y descarnada que arremete contra el ser humano, sin importar edad, sexo, raza o creencias. Y es aquí cuando las voces de estos personajes se materializan en relatos de vida, con una historia que da cuenta de hechos históricos. Es por eso que el personaje de Andrés Ramírez decide elaborar el “Catálogo de muertos” como una forma de testificar contra una historia en ocasiones soslayada por ese no querer mirar a los ojos los rostros de quienes fueron silenciados y su única manera de contar se da con lo que queda de sus cuerpos. Observar esa realidad violenta es encarar a Gorgo (Vanegas, 2016) que inmoviliza a todo aquel que la observa.

En ese mismo orden de ideas, La sombra de Orión, nos pinta otro paisaje de la violencia más cercano todavía en temporalidad, pues allí en la comuna 13 de Medellín, el barrio San Javier, se relata el operativo militar en el que tuvieron lugar hechos de extrema violencia y una clara violación a los Derechos Humanos. A pesar de que estas circunstancias son complejas de relatar, vale destacar que Pablo Montoya ha creado artísticamente obras literarias con un alto valor estético de las cuales se puede destacar su grandiosa prosa poética. Por ejemplo, en el personaje de Caldas, debe prestarse minuciosa atención al ángulo del intelectual que está completamente infiltrado en la naturaleza, y que claramente es una faceta incompatible con la figura del militar. Sin embargo, Montoya logra poetizar esa figura a través de la sensibilidad y la profundidad humana y dramática que le otorga a Caldas para dar un giro a su discurso, el cual en la novela Los derrotados se centra bastante en la naturaleza.

Por ello, es preciso dirigir la mirada a las intenciones de Montoya, ya que él encuentra en “la literatura un compromiso, el compromiso de documentarse” (2016, p. 7). Tal cual como lo ha realizado el autor, pues en sus escritos hay una seria búsqueda de la verdad histórica recreada por medio de la ficción. Además, concibe que “la función de la literatura es reveladora porque nos centramos en ella y resulta que terminamos llegando al meollo de nosotros mismos” (Montoya, 2016, p. 2). Y en un panorama de violencia frente a un mismo país integrado por realidades históricas distintas (décadas de violencia por diferentes causas), pero permeada por un territorio natural que ha sido testigo del caos, vale la pena pensar en quién soy yo y qué hago frente a esta realidad, cuál es mi visión y mi posición. Pues un país tan hermoso como Colombia ha vivenciado un impacto drástico de la violencia en su naturaleza y es precisamente esto a lo que se refiere Montoya en sus escritos por medio de las metáforas de la naturaleza que marcan un claro símbolo de deterioro. Como un personaje más, la naturaleza es un ente principal que se manifiesta como testigo del horror, también como medio de redención y cobra vital importancia desde distintos puntos de vista que van ligados a la parte vivencial de quien la observa y quien la narra. Evidentemente la naturaleza es un personaje a quien nunca le han pedido permiso para enterrar bombas, caletas, marihuana o minas, es olvidada, pero allí está presente y algunos autores como Montoya apuestan a mostrarla desde su propuesta de lenguaje visual, ya que como sustenta Amar Sánchez (2012) “los textos demuestran la vigencia de ese pasado terrible no superado” y a través de las novelas de Montoya abordas en la clase, se puede apreciar un discurso que es vigente y que lleva intrínseco “la memoria de los vencidos” (Amar Sánchez, 2012, p. 77).

Referencias bibliográficas

Amar Sánchez, M. (2012). Perdedores en años de derrota. Políticas de la memoria en la narrativa rioplatense. Cuadernos de literatura nº31. Enero-junio 2012 issn 0122-8102. Págs. 65-78. 

Montoya, P. (2016). Para qué la literatura. Universidad Autónoma de Bucaramanga. Recueperado de: https://www.unab.edu.co/sites/default/files/Publicaciones_academicas/Portadas_libros/Para_que_la_literatura.pdf 

Montoya, P.  (2017). Pero en el rincón maltrecho, y sin embargo liberador de la escritura, gana el poeta. Conversación con Pablo Montoya. (E. F. Mónica Marinone, Entrevistador). 

Vásquez, O. (2016). Simbolismo de la decapitación en Los ejércitos de Evelio Rosero y Los derrotados de Pablo Montoya. Estudios de literatura colombiana 38, pp. 39-55. DOI: 10.17533/udea.elc.n38a02.

Vanegas, O. (2019). Expresión estética del resentimiento en narrativas colombianas recientes (Plegarias nocturnas, Los derrotados y El ruido de las cosas al caer). Cuadernos del CILHA. v. 20 n. 2 – 2019


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