Valeria Bonilla Jiménez
El hombre vive siempre al borde de la canción, asomándose a ella para encontrar el acompañamiento de cada uno de los instantes que el áspero oficio de vivir le depara, en ese incierto recorrido de altos y bajos que trae el día a día.
Orlando Mora
La creación literaria es un viaje marcado por la tradición, por el contexto, por las lecturas, melodías, emociones, la experiencia y la reflexión del autor. De acuerdo con lo anterior, la relación existente entre la música y la literatura puede tejer puentes que posibiliten las interpretaciones y valoraciones fértiles de las letras, sin dar lugares a distinciones radicales entre ambas, poniendo en juego la expresión, la búsqueda de la experiencia estética y la universalidad de las obras. Por ello, en el presente texto se pretende develar algunos tópicos intertextuales que se hilan alrededor de dos obras enmarcadas en distintos géneros; por un lado, la novela Los fantasmas del masajista (2009), escrita por el mexicano Mario Bellatin, y por otro lado, una canción brasileña, “Construcción” (1971) compuesta por Chico Buarque.
Para comenzar, es preciso contextualizar las obras en mención, en la primera, el narrador de quien nunca se sabe el nombre, conoce la historia de su terapeuta Joao y de su madre, una declamadora muy destacada que luego de recitar desatinadamente la canción Construcción, se desmorona, tanto a nivel emocional como profesional. De esto se entera el narrador durante las sesiones de terapias a las que asiste en una clínica especializada en el tratamiento para personas a las que les falta algún miembro del cuerpo en São Paulo. Por otra parte, “Construcción” de Chico Buarque, con ritmo, melodía, coros e instrumentación que sostienen la historia, enlaza el tiempo, la familia, la cotidianidad, la contrariedad de la lentitud y la rapidez y también la monotonía en la narración de lo que le sucede a un trabajador de obra civil desde que sale de su casa hasta que llega a laborar.
En ambas obras se aprecia la condición del trabajador brasileño en medio de los años setenta. En el caso de Chico Buarque, la canción “Construcción” fue lanzada luego de su regreso de Europa, pues había sido exiliado durante aproximadamente un año por la dictadura militar en Brasil. Durante el periodo de este régimen político el país se fortaleció en el sector de la construcción civil y por ende el cuerpo obrero se amplió, así como los accidentes. Sin embargo, se ganaba poco y se trabajaba más; además, algo a tener en cuenta es el paso a la modernidad que lleva consigo el consumismo sumado a un sistema opresor. Chico Buarque critica este sistema, claro está, de una forma implícita que le permitió a su canción no ser censurada o penalizada y esto se puede evidenciar en versos como: “Subió a la construcción como si fuese máquina / Alzó en el balcón cuatro paredes sólidas / Ladrillo con ladrillo en un diseño mágico / Sus ojos embotados de cemento y lágrimas” (Buarque, 1971).
El fragmento anterior hace parte del final de la primera estrofa. En un inicio lo que se narra es que el trabajador besó y amó a su mujer y a sus hijos antes de irse. Allí se le compara con una máquina y se dice que levantó cuatro paredes sólidas, se podría inferir que esas paredes son como las de una cárcel, un trabajador que por la situación económica del país no puede cambiar de oficio y un ciudadano sometido a su gobierno, un individuo triste que es simbolizado por los ladrillos, unos ladrillos reemplazables porque todos son iguales, y que por el miedo también permiten mantener ese tipo de mandato, esa construcción social y cultural permeada por la precariedad de los derechos de los trabajadores.
En la novela de Bellatin hay una referencia respecto a esto, ya que cuando la madre estaba reflexionando sobre si recitaría la canción de Chico Buarque “recordó la época cuando en Brasil casi todo giraba alrededor de la idea de la construcción. Por todas partes podía verse obras a medio hacer, camiones mezcladores de cemento circulando las calles, albañiles comiendo con sus mujeres en los parques” (Bellatin, 2009, p. 24). Y así mismo se podría dar otro ejemplo en que coincide de cierta forma semántica si se quiere relacionar, cuando el narrador dice que “la madre estaba condenada a quedarse en la casa la mayor parte del tiempo, sin la presencia de su hijo, porque el oficio de declamadora nunca fue lo suficientemente rentable como para que Joao dejara de atender a sus pacientes (Bellatin, 2009, p. 28).

En esta misma línea, en Los fantasmas del masajista, se tienen dos trabajadores sobre los cuales se pueden hallar intertextualidades con el individuo protagonista de la canción de Chico Buarque. Por un lado, Joao quien “desde muy joven tuvo que dedicarse a ser masajista clínico” (Bellatin, 2009, p. 38), a pesar de que su madre pensara que “ser masajista era un oficio de baja estofa. Siempre lo había considerado como una suerte de pobre diablo” (Bellatin, 2009, p. 57). La caracterización que se da en la novela de su labor da cuenta de la precariedad, ya que “un solo terapeuta es capaz al mismo tiempo de ofrecer sus servicios a todos los necesitados, yendo de una camilla a otra cada pocos minutos” (Bellatin, 2009, p. 11). Y por otro lado la madre de Joao, quien pese a haber hecho tantos esfuerzos por modernizar el arte de la declamación, ya que “en lugar de trabajar con textos de poetas como las demás practicantes de ese arte, introdujo en sus presentaciones letras de canciones de música popular” (Bellatin, 2009, p. 38), no pudo rescatar su carrera y cayó en relación con varios aspectos, similar al hombre de la canción quien al final muere porque cae de la construcción que creía sólida, “Y tropezó en el cielo con su paso alcohólico / Y flotó por el aire cual si fuese un pájaro / Y terminó en el suelo como un bulto flácido / Y agonizó en el medio del paseo público / Murió a contramano entorpeciendo el tránsito” (Buarque, 1971).
Otro aspecto es que “aparte del declive personal, el oficio de declamadora pasó también a dejar de estar de moda” (Bellatin, 2009, p. 33). Ella de cierto modo culpó a Chico Buarque, “el cantante que por instancias de su representante ocasionó el declive de su carrera” (Bellatin, 2009, pp. 51-52), lo que finalmente la lanzó al olvido de su público y con esa idea falleció. La construcción de la madre al final se derrumbó y su talento fue quedando a un lado por una maquina como el karaoke. Y si se hace referencia al fragmento antes citado de la canción es claro que allí se presentan contrariedades como el hecho de que flotó en el aire como un pájaro pero no pudo volar, o que agonizó en medio de la gente como si fuera un espectáculo al que se ignora o al que se ve con amarillismo en un día como todos los demás, pero que terminaría siendo el último para él.
Por lo anterior, vale destacar que ““Construçâo”, es una de las canciones más extraordinarias de la historia, grabada hace cincuenta años, con una melodía que se va volviendo más llamativa como la situación del obrero que se concientiza de sí” (Cavalcanti, 2009). Entonces, llama la atención que al sujeto de la canción no se le conoce su identidad y sin embargo, es el reflejo de toda una población que se puede identificar con él. Así como lo expresó Fito Páez (2011) en su interpretación en vivo de ésta, junto a la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Matta y el coro de la Escuela Nacional de Música México, “ésta canción cambia la historia de la canción en América y en el mundo porque es la primera vez que Chico Buarque narra la historia de un hombre, su angustia dentro de la vida moderna en los años setenta”. Al igual que la madre de Joao, de quien tampoco conocemos en toda la novela su nombre, pero que es figura viva del relego del arte ante el cambio de prácticas en medio de la modernidad.
Ahora bien, un tópico también marcado en ambas obras es la repetición. En Los fantasmas del masajista hay algunos acontecimientos a los que se les menciona de manera reiterativa, como el hecho de que la madre fue una declamadora destacada que creó un nuevo método en ese arte, el cual fue declamar canciones populares, se puede encontrar en las páginas 20, 37-38 y 56. De igual forma, la necesidad urgente de la mujer de la pierna fantasma por escuchar las delicadas palabras del masajista se aprecia en las páginas 16, 30, 37 y 66. Así mismo, cuando la madre toma del cuello la lora, la mete en la jaula y la tapa, es mencionado repetitivamente en las páginas 35, 44, 47-48. O cuando la lora imita a la madre moviendo sus alas, mientras ella ensaya sus declamaciones se nombra en las páginas 31 y 50. Analógicamente, en la canción “Construcción” se presenta un juego de palabras destacado por muchos críticos en su estructura, puesto que Chico Buarque hace uso al final de cada verso de palabras esdrújulas: última, único, tímido, máquina, sólidas, mágico, lágrimas, sábado, príncipe, náufrago, música, alcohólico, pájaro, fláccido, público, tránsito, pródigo, máximo. Estas palabras se alternan en los distintos versos, ya que los párrafos son repetitivos a excepción precisamente de la variación en la última palabra. El primer párrafo es igual al tercero y quinto; el segundo párrafo al cuarto.
Por otra parte, el componente metaficcional se vislumbra tanto en Los fantasmas del masajista como en “Construcción”. Según Silva (2019) la figura de Bellatin “se ha convertido en un elemento simbólicamente productivo que abunda en su misma obra, puesto que las referencias en torno a su antebrazo faltante son numerosas y están presentes en varios de sus títulos” (p. 32). Es así como se piensa que el narrador de la novela puede ser el mismo autor, porque en una parte expresa: “Yo, de alguna manera, intento pasar por alto casi todo el tiempo los malestares físicos que me suele causar mi falta de antebrazo. Trato de hacer ver, a mí mismo y a los demás, como que no existe tal anomalía” (Bellatin, 2009, p. 26). Entonces, se puede inferir un ejercicio de introspección y también de confesión, ya que allí se hace alusión a la enfermedad de la cual el propio escritor ha hablado en varias entrevistas; por lo que siguiendo a Brunner (2013) es importante decir que “hablar de nosotros mismos es como inventar un relato acerca de quién y qué somos” (p. 93).
Si bien es cierto, se pueden encontrar matices de Bellatin en la obra, igualmente es palpable que su escritura se encuentra permeada por la ficción, lo que permite comprender que no todo lo que haya allí es verídico, o sea, la obra se nutre de la realidad y de la ficción para lograr verosimilitud. De acuerdo con lo anterior, vale aludir a una breve anécdota narrada por Bellatin (2020), “cuando encontré una máquina de escribir, cuando vi que yo podía, una frase mía, escrita por mí, podía verse, no importando qué era lo que decía, verme a mí mismo en esa frase escrita en una máquina, hacía que yo existiera”. Es interesante la forma en que se convierte en un personaje más de su propio mundo novelístico, creando conjeturas en sus lectores.
De manera análoga en “Construcción” se aprecia el elemento ficcional, el cual si se contextualiza con el tiempo de dictadura brasileña en que fue lanzada, la canción atiende a lo que el propio Chico Buarque enunció en un documental producido por la televisión francesa FR3
Yo me siento a menudo en la necesidad de decir cosas que nadie me pide. Y quizás sea entonces cuando mi música es más libre, cuando lo que digo no es lo que se espera de mí, sino algo que nace de una profunda necesidad mía de expresarlo (Salles y Motta, 2015).

Esta canción generó un impacto reflexivo en su generación a partir de la historia del obrero que cae de la construcción. Su composición desarrolla conceptos que reparan en el testimonio social de ese entonces, en la voz de aquellos que conforman un pueblo que así como es la insistencia de Chico Buarque en las esdrújulas puede ser la firmeza en los derechos ciudadanos. Ese cuerpo que cae, es la experiencia de uno tras otro en un país que en palabras del cantante “por la absurda situación económica y la asfixiante deuda exterior hace que olvidemos un tema tan importante como la educación nacional (…). Un país fuerte que siga siendo ignorante, es un país peligroso” (Salles y Motta, 2015). De manera que la canción se sostiene en la metáfora de la construcción, en la narración y canto que exige una escucha atenta y en la ficción de una desgracia que permeó y permea en la realidad a muchos individuos.
Para finalizar es preciso decir que a lo largo del texto se trató de enmarcar y demostrar algunos tópicos que tejen relaciones intertextuales entre la novela Los fantasmas del masajista y la canción “Construcción”, como la situación del trabajador brasileño en las obras, la repetición como estrategia de escritura que aunque hace un tanto ambiguas las historias permiten componer la estética que posibilita conocer la realidad del otro y añadirle otros matices a la propia realidad y finalmente el elemento metaficcional inmerso en ambas creaciones. Asimismo, se abre una invitación a continuar abordando de manera minuciosa ambos escritos, desde toda su forma, teniendo en cuenta que la obra del escritor Mario Bellatin se asume también desde la fotografía y sin dejar de lado que las letras de Chico Buarque, cantautor, escritor de novelas, cuentos, obras de teatro y poemarios, son canciones con alta poeticidad, impregnadas de instrumentación que destacan lo que pretendemos ver quienes asumimos el trabajo de Buarque como comprometido.
Referencias Bibliográficas:
Bellatin, M. (2009). Los fantasmas del masajista. Buenos Aires: Eterna Cadencia Editora.
Bruner, J. (2013). La fábrica de historias. Derecho, literatura, vida. Buenos Aires, Argentina. Fondo de cultura económica.
Canal Banrepcultural. (28 de Octubre de 2020). Literatura hoy desde la BLAA | Entrevista al escritor Mario Bellatin (México) por Gina Saraceni [Archivo de Vídeo]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=2OUG-eGhNbE&t=48s
Salles, W. Motta, N (productores). Salles, W (director). (2015). Chico Buarque – Chico o el pais de la delicadeza perdida (audio en español). Francia: Videofilmes Cameras Continentales FR3. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=LD4m1HRhvg4&t=5s
Cavalcanti, P. (9 de noviembre de 2009). No. 1 – Construcción. Rolling Stone. Recuperado de https://rollingstone.uol.com.br/edicao/37/noticia-3939/
Mora, O. (2006). Literatura y música popular. Literatura y música popular, dos sinfonías inconclusas. Jaime Jaramillo (comp). Medellín: Confama.
Páez F. (2011). Construcción (Chico Buarque) en vivo. Presentación del álbum «Canciones para Aliens» en UNAM: México. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=lQJfzGJ6L9A
Silva Torres, X. (Julio-Diciembre de 2019). Escribir sin palabras: la fotografía en Los fantasmas del masajista de Mario Bellatin. La Palabra, (35), 29-39. https://doi.org/10.19053/01218530.n35.2019.8846